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Macabros rituales en las aguas de Calpe

  • Eduardo Boix, Verónica Cano
  • 17 sept 2016
  • 4 Min. de lectura

Las tranquilas aguas del litoral alicantino son propicias para la práctica de deportes acuáticos. La comarca de la Marina Alta es la zona habitualmente elegida por los aficionados a ciertas prácticas ya no sólo por su belleza paisajística sino por la cantidad de posibilidades que ofrece. Sin embargo, el pasado sábado 27 de agosto de 2016, la paz se rompió en las inmediaciones del Peñón de Ifach: un instructor de buceo del club Les Bassetes de Benissa, encontró en una de sus inmersiones lo que podía ser un lienzo, como una sábana anudada, cerca de la llamada Roca Plana y pidió ayuda a sus compañeros para sacarlo. Al llegar a puerto y desatar los nudos, hallaron un esqueleto humano completo y objetos que remitían a un ritual, posiblemente relacionado con la brujería o la santería. Había plumas, laurel, ramitas con inscripciones de nombres de personas y un cayado (bastón de madera) partido por la mitad. Sin embargo, éstos no fueron los únicos hallazgos: en días sucesivos han ido apareciendo más sábanas anudadas con más restos, los cuales contaban con una antigüedad de entre 20 y 30 años.

Sonó la voz de alarma, y los medios de comunicación comenzaron a elucubrar: ¿magia negra?, ¿prácticas de misa negra? José Luis Carretero, fundador y presidente en Asociación de Estudio de Religiones y Cultos Afroamericanos (de ahora en adelante, ATUXA), nos indicó que se trataba de una Nganga, ritual perteneciente al Palo Mayombe, seguramente de la rama Kimbisa.

¿Qué es una Nganga y cómo se realiza?

Montar la Nganga en Palo Mayombe o en sus diferentes variedades o ramas (Palo Monte, Kimbisa, Reglas de Kongo o Palo Congo, etc.) es un acto mágico de mucha importancia ya que, en ocasiones, la vida del solicitante puede ir en ello. Las diversas variedades de Nganga tienen que ver con el tipo de "muerto" que se monte dentro del caldero o recipiente de barro y con la finalidad con la que este ceremonial tenga lugar.


Para hacer una Nganga debe tenerse en cuenta la fase de luna, que debe ser llena o nueva, nunca menguante, pues las energías en esta fase "menguan" de igual forma y no son favorables. Previamente al montaje de la Nganga, el Tata (sacerdote oficiante) ha de buscar la sepultura del muerto elegido en cuestión, es decir, apoderarse de sus restos óseos, lo que significa apoderarse también de su esencia, su fluido espiritual y su fuerza. Una vez en el cementerio, el Tata riega la sepultura con aguardiente formando una cruz para, posteriormente, desenterrar y coger los huesos del difunto, el cual debe haber estado enterrado como mínimo de 15 a 20 años, pues sus huesos contendrán menos músculo y piel y necesitarán ser menos higienizados.


Es en ese momento cuando se toman, además, cuatro puñados de tierra de los cuatro puntos cardinales de la tumba. Antes de llevar todo al templo, se le pregunta al "muerto", de varias formas, si acepta el trato con el vivo que va a ser su amo: por ejemplo, y entre muchas otras posibilidades, con montones de pólvora encima de un machete, que deben de arder todos a la vez si la respuesta es positiva. Los pactos entre el cadáver y el solicitante deben ser individuales, es decir, no pueden utilizarse más "muertos" en la misma Nganga, pues estos se enfrentarían entre ellos.


Por consiguiente, se ofrendan velas, bebida y buen tabaco para agradar al difunto y que acepte el pacto. A continuación, se colocan los elementos, que suelen ser:

  • 21 tipos de tierra (cementerio, mercado, banco, etc.).

  • 21 palos de distintas especies de arbustos o árboles.

  • Cabezas de ave, gato, perro, ratón, etc.

  • Corazones, patas o uñas de animales.

  • Hierbas y semillas.

  • Metales y virutas de metal.

Posteriormente, se cubre al solicitante y se matan los animales convenidos para el asentamiento en la Nganga concreta: la sangre es la energía vital que pondrá en contacto al "muerto" con el vivo y será el método de pago y comunicación con el más allá. Después de esta ceremonia, entre cánticos, tambores e invocaciones, el muerto pasará a "cabalgar" (poseer) al solicitante: es decir, en este punto, el muerto hablará a través de él y le dirá si está contento con el pacto, que suele ser de por vida, con aquél que ya se acabará sirviendo de este para todo tipo de trabajos, adivinaciones, peticiones, etc.


A lo largo del final de agosto y lo que llevamos de septiembre se han encontrado hasta cuatro sábanas más con tres esqueletos completos, documentos de la Agencia Tributaria, fotografías y una figura Yemayá, orishá del panteón yoruba habitual en los ritos de santería. Según Carretero, ciertos elementos no concuerdan con el rito, dando la impresión de que se ha habido una mezcolanza de “trabajos”.


Gracias a la documentación procedente de la Agencia Tributaria y a ciertos nombres y apellidos grabados con cuchillo en los propios huesos, la investigación apunta a que los esqueletos pertenecen a cadáveres robados en Extremadura, y los nombres a habitantes vivos de la misma región.


¿Por qué el peñón de Ifach?


Según los expertos, esta roca posee una gran fuerza telúrica. En las escarpadas rocas hay pintadas funerarias recientes (la última, de este mismo año), así como flores. De hecho, hay familias que arrojan en este lugar las cenizas de sus seres queridos.


El Peñón de Ifach aparece para algunas personas, pues, como un lugar mágico propicio para realizar ciertos “trabajos”.


Fotografía de una de los lienzos localizados en el Peñón de Ifach:


 
 
 

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